VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS.
La promesa
electoral de “arreglar lo que está mal” que el hoy presidente en funciones le
vendió al electorado dominicano se ha evaporado apenas al segundo día de
mandato.
A pesar de su elevada investidura, Danilo Medina da la impresión de ser mas bien el primer
ministro del infame gobierno presidido por Leonel Fernández. No asoman por ningún lado el peso del poder y la autoridad de un
nuevo gobierno con luces propias, frescos rostros en el gabinete y decretos que
anuncien acciones enérgicas, enfocadas en la solución de los grandes problemas que agobian al país.
Dicen que
para muestra basta un botón, y ese botón ya lo tenemos en el caso de los
precios de los combustibles, que según la ley deben cambiar todos los viernes a
la medianoche de acuerdo con los cambios en los precios del petróleo.
Todo el
mundo sabe que Leonel Fernández fue un violador sistemático de esa ley (y de
todas las demás), y se esperaba que el nuevo gobierno desarrollara su gestión con apego a la
constitución y las leyes de la República.
Sin embargo, los precios de los
combustibles fueron congelados esta semana, conservando intacto el colchón de
aumentos ilegales acumulados por el gobierno morado, que realmente no ha
cambiado.
La acción
propia de un gobierno decente sería ajustar los precios a la ley, aunque tal
decisión produzca una rebaja de treinta o cuarenta pesos en dichos
precios. El cálculo de los precios
correctos se realiza en minutos, para no decir en segundos si se tiene, como se
debe tener, una hoja electrónica con las fórmulas indicadas por la ley, de
manera que no hay ninguna excusa válida.
Ese gabinete
no tiene nada que ofrecer. Sus miembros
tienen demasiado dinero en sus cuentas bancarias y su forma de ejercer el poder
es totalmente contraria a las necesidades de la nación.
El pueblo
dominicano, una vez mas, ha echado el vino nuevo en odres viejos.
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