Este blog es una modesta contribución del movimiento "Resistencia Democrática Dominicana" (Redemodo) a la irreductible resistencia del pueblo dominicano contra la hegemonía corrupta, criminal, retrógrada y antidemocrática del sistema de partidos y por una verdadera democracia "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", que garantice un régimen de libertades, justicia social e igualdad, en términos de dignidad, derechos y oportunidades para todos los ciudadanos de nuestra sufrida nación.
martes, 24 de abril de 2012
SE BUSCAN RESISTENTES.
Por Alberto Díaz D.
La República Dominicana es un país dramáticamente politizado. El ciudadano depauperado, el obrero desempleado, el profesional fracasado, el mercantilista arruinado, el vago y el oportunista, todos resuelven su problema a la sombra del copioso y pestilente árbol que es el Estado dominicano. Esa masa gigantesca tradicional de aprovechados ha sido engrosada en época reciente, pues ahora tenemos que sumar también cientos de miles de beneficiarios del “plan solidaridad” y otros tantos del bono-luz, o del bono-gas, plataformas sociales de la versión rastrera de la dictadura con respaldo popular, el adefesio pseudoizquierdista concebido por el profesor Juan Bosch en el ocaso de su carrera política, que el monigote narcisista Leonel Fernández busca instaurar en nuestra media isla, con él como líder máximo.
Entre esa masa depredadora del Estado abundan, indudablemente, los militantes partidistas, cual que sea el partido de gobierno; sujetos que se pasan la vida aprovechándose de las “facilidades” que les brinda el poder; a los más capaces para enriquecerse ilícitamente, y a los menos afortunados para sobrevivir, todo ello bajo una andanada incesante de acusaciones de corrupción por parte de los grupos opositores. Entonces, cuando el poder cambia de manos, se produce una total inversión de la situación. La vida republicana dominicana transcurre en ese despreciable intercambio vil y oportunista de los partidos políticos: cada uno toma los períodos que puede y luego le cede el gobierno al otro, que estaba “recuperándose”, hasta que al pueblo se le olviden los robos y demás crímenes y agravios cometidos en su contra. Así pues, si todos somos culpables, entonces no hay responsables, y la impunidad se convierte en una norma inmoral y degradante.
Lo que no se ha visto en ningún gobierno dominicano en la era post trujillista, es la presencia de alguno de los resistentes que sobrevivieron a la fatídica tiranía, porque los resistentes, en cualquier país del mundo, son personas insobornables que representan una categoría superior de hombres y mujeres que sirven a su patria con gran dignidad, valor y espíritu de sacrificio, cuando el país los necesita.
Es justo reconocer una diferencia sustancial entre un militante y un resistente.
El primero es un activista que en ocasiones puede luchar por una causa justa, pero su lucha tendrá un interés personal, pues se corresponde con líneas políticas y programáticas trazadas por organizaciones políticas. Si la causa del militante triunfa, éste puede convertirse en miembro del gobierno que forme su partido o grupo político triunfante, y seguramente obtendrá su recompensa a la sombra del Estado. En la República Dominicana abundan los casos de militantes de partidos que han gobernado el país en varios períodos constitucionales y la inmensa mayoría de ellos, habiéndose iniciado en cargos públicos en situación económica precaria, han salido del poder como dueños de grandes fortunas personales, originadas en el peculado.
Así pues, ser militante y aun simpatizante de un partido político, en cualquier parte del mundo, constituye innegablemente una complicidad con su organización, ya sea por la comisión de viles actos de corrupción, como es norma de todos los partidos, o por omisión, es decir por mantener la aprobación silente y tácita de tales hechos condenables.
El resistente, en cambio, ha escrito las páginas de heroísmo y patriotismo mas hermosas de la historia reciente. Durante la segunda guerra mundial, la mayoría de los países de Europa que fueron ocupados por la Alemania nazi, alumbraron grupos de resistentes que combatieron al bárbaro invasor con gran valor y espíritu de sacrificio, sobresaliendo entre todas la heroica resistencia francesa, que causó innumerables bajas y desmoralización al enemigo germano. Entre esos resistentes hubo también militantes comunistas que lucharon por la misma causa, pero con objetivos distintos. Terminada la gran guerra, los resistentes que sobrevivieron se retiraron honrosamente, con el sentimiento del deber patriótico cumplido, y no procuraron recompensa alguna. La lucha librada por ellos era una cuestión de honor patrio y dignidad personal; no una empresa mercenaria, ni una búsqueda de publicidad y prestigio personal.
Nuestro país necesita resistentes democráticos, hombres y mujeres que luchen en forma desinteresada por preservar y desarrollar el proyecto democrático que tenemos en marcha, pero que ahora está gravemente amenazado por un partido que tiene bajo su control todas las instituciones del Estado. Ese partido está dirigido por un hombre sin moral, enfermo de la mente y del espíritu, obsesionado por el poder político, que le permite disponer ilimitadamente de los fondos del erario público para comprar votos, conciencias y voluntades, y para el desarrollo de proyectos y obras que atienden principalmente a la satisfacción de su vanidad personal.
Ningún partido político podrá soltar por medios pacíficos las ataduras políticas con que Leonel Fernández ha maniatado el aparato estatal dominicano y sus instituciones. Esa es una razón más que poderosa para que un grupo de hijos e hijas de esta patria, antes que se produzcan estallidos de violencia fratricida, conformen un órgano de resistencia democrática, como lo hicieron los trinitarios en los días previos a la independencia, y como lo hicieron los héroes del 14 de junio frente a la tiranía de Trujillo. Si no lo hacemos ahora, en el futuro podríamos vernos como el profeta Jeremías frente al muro de los lamentos; o como los moros de Granada, llorando como mujeres lo que no supimos defender como buenos dominicanos.
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